Tu grito es mi música se inscribe dentro de los proyectos de imágenes encriptadas en los que a través de cajas de luz se presentan, en este caso, dos imágenes ocultas. La primera imagen, la que podemos ver a simple vista, muestra la estética del carnaval veneciano en una posición de dominio, entre el éxito y el dinero. A través de muecas y ropajes suntuosos, se escenifica un mundo de disfraces y símbolos sociales que representa el ambiente del triunfo y el poder. En un sustrato inferior y oculto acontecen, desde múltiples lugares del mundo, distintas manifestaciones relacionadas en sus formas y reivindicaciones. Estas imágenes sólo se revelarán a través de unos filtros rojos y azules, como en un mensaje criptográfico.

Las imágenes se nos anuncian con un verso, que en su ambigüedad parece recitarnos historias contradictorias. Tu grito es mi música, Tu cuerpo es mi instrumento, Mi agitación está en tus manos; un amor fingido, un deseo exagerado, parecen parte de una trama, de una estrategia intencionada. Envuelto en poesía publicitaria, el espectro de la actualidad hace su aparición con su convulsión de drama y rebeldía. Y tras el carnaval del poder, la orgía del dinero y las máscaras del cinismo, la gente de la calle alza sus manos buscando una verdad en un espacio más elevado. El cuerpo, las manos y el grito son otras verdades y otras mentiras de un lado o del otro del cristal. Hay dos mundos conviviendo en un mismo tiempo y lugar. Pero coexisten separados por un abismo, tan profundo como la desigualdad, tan distante como la injusticia, tan retador como el ansia de libertad.

Daniel Casagrande

Reconstrucción de la Memoria