Dennys Matos
La Frivolidad: ¿Espíritu de Nuestro Tiempo?
Texto aparecido en el catálogo de la IX Bienal de la Martínez Guerricabeitia de Valencia, 2008.
I
Me topé con la obra de Isaac Montoya cuando buscaba documentación sobre la frivolidad. Sorprende el modo en que recupera y articula las imágenes de la publicidad para activar un discurso crítico sobre la frivolidad (in)consciente que atiborra nuestro imaginario sociocultural. Pienso en una frivolidad que, orgullosa de su sensualidad, encarna esa especie de espíritu de nuestro tiempo. Una frivolidad que, tiñendo los comportamientos y actitudes tanto del espacio público como del privado, las relaciones sociales como las más intimas, hace regodearnos en nuestra autocomplacencia, comportándose ya como parte de la realidad circundante. La obra de Montoya “ Basado en Hechos Reales ( Ruanda II)” 2003-05 me inspiró estas reflexiones sobre cómo se manifiesta la frivolidad en los medios de información masivos, cuando acogen realidades traumáticas como es el caso, por ejemplo, de la emigración.
En este sentido me pregunto. ¿Hay acaso algo más frívolo que medios de comunicación serios publiquen un trabajo sobre la mortandad en África o América Latina y, en las planas contiguas se añada contenidos de sinergia publicitaria de Dolce & Gabbana, Repsol YPF, BMW, McDonald o cualquier otra super marca? Pienso de modo más específico; imaginemos un diario de gran tirada - nacional o internacional- donde, por ejemplo, se da el caso de que el artículo crítico sobre la mortandad en África (por guerras, hambre, epidemias o emigraciones) ocupe solo una columna o media pagina de la izquierda, mientras que la publicidad (de… tener sexo, dinero o compras fáciles) ocupe la página entera de la derecha. ¿Qué ocurría si cerráramos el diario y textos e imágenes de una y otra cara se sobrepusieran? Pues ocurriría que, metafóricamente hablando, el glamour de la publicidad se teñiría con el dolor y los andrajos destilados por la tragedia migratoria o viceversa, que el horror inconfesable en forma de jirones se fundiría sobre las deslumbrantes superficies de las marcas. Incluida la atractiva desnudez del cuerpo y el morbo inagotable de los genitales. “ Basado en Hechos Reales…” recrea de manera crítica esta frívola contradicción.
Uno piensa: ¿acaso se han contagiado estos medios de “perfil más critico” del espacio sociocultural, con la embrutecedora frivolidad de los medios rosa y del corazón? No entraré a valorar, si por ello el redactor editorial o el diseñador de imagen del medio en cuestión es más insensible o menos consciente de este hecho, pero vista la naturalidad espasmosa con la que asiduamente ocurre, habremos de concluir que tal situación les parece, cuando menos, algo muy normal. Y, en efecto, por preocupante que parezca, es normal –y se nos hace natural- porque su lógica responde no a imperativos éticos-morales, ni siquiera a imperativos políticos ideológicos, sino al imperio del mercado regido por la producción y el consumo en el que todos estamos inmersos. A esta sensualidad autista, en este efímero pero irrefrenable deseo de placer al que responde con adicción retiniana la levedad humana actual, es donde quiero ver la frivolidad como un espíritu de nuestro tiempo.
II
La obra de Montoya “ Basado en hechos reales ( Ruanda II)” (2003-05) presenta a un grupo humano que emigra de una situación que tiene como telón de fondo los escombros de poblaciones en ruinas. La fotografía de Montoya es el cuadro que vemos ahora mismo en los mapas de la emigración, cuyos correlatos son los agónicos éxodos de grandes masas evitando ser masacradas en el Centro de África, la interminable hemorragia en cualquiera de las ciudades iraquíes, o el eterno deterioro en los campamentos de refugiados palestinos. Por no hablar del paisaje en otros hemisferios como las vallas de Melilla, el estrecho de la Florida o la frontera México-USA. El tema de “Basado en hechos reales…” toca las tragedias migratorias que azotan el planeta, registrada constantemente por los medios de comunicación, pero se distancia radicalmente de estos en el tratamiento visual y en su puesta en escena. El aspecto fashion de sus mujeres, hombres y niños de cutis impecable y vestimentas de última moda, así como las mascotas u objetos (electrodoméstico de diseño) contrasta con las visiones que tenemos de la emigración, plagadas de mutilaciones, epidemias y mal nutrición.
“Basado en hechos reales…” (Ruanda) articula un collage de inspiración estética neo pop a partir de figuras sacadas de revistas publicitarias que, fuera de su mundo de vida, son desplegadas en otro muy diferente para el cual jamás fueron concebidas. De este modo, Montoya adentra alespectador en una narración visual que fusiona dos tropos entre los cuales no existe semejanza alguna, pero cuyos contenidos sí son identificables por el receptor. Uno asociado a la realidad de la emigración, que conoce de manera diferida por la información de los medios y, el otro, que vive cotidianamente en el gesto de consumo comportado por las figuras publicitarias. La fusión de estos dos tropos destila en “ Basado en hechos reales…” una ficción que reintroduce, que pone en situación de sensibilidad contrastante al espectador. Se contraponen, por un lado, los códigos de realidad cotidiana (mundo de consumo) encarnados en la imaginería publicitaria, por el otro, la representación de la emigración a las que solo tiene acceso por fragmentos mediatizados. El resultado es un expresivo palimpsesto, puzzle de realidades excluyentes, o en otras palabras, de una hiperrealidad atravesada por la publicidad del consumo, fundida con el problema migratorio dentro del mismo plano semántico postulado por la obra. Este plano desliza un horizonte de interpretación inquietante en el que, tanto las traumáticas imágenes migratorias como las del frívolo consumismo mediático, son estéticamente colisionadas. Tal colisión ilustra las contradicciones (e hipocresías) existentes en el discurso de responsabilidad que el llamado primer mundo asume tener en los problemas provocados al “resto de los mundos” de la llamada sociedad global.
Repasando los mecanismos expresivos de “ Basados en hechos reales (Ruanda II)”, uno puede percatarse hasta qué punto la frivolidad ha calado en nuestra sensibilidad y marca el espíritu de nuestro tiempo, hasta qué punto la sensualidad, el desear y ser deseado, la sexualidad y el placer erótico reducido a los genitales, jugar a seducir y ser seducido, atraer y ser atractivo, se convierten en la confortable –y al final obediente- obsesión de poseer y ser poseído. Frente a este fenómeno, Montoya responde de la manera más eficaz posible, cortocircuitando los códigos de comunicación presentes tanto en el lenguaje de los medios como en los de la publicidad más superficial. Esta inversión de los códigos, desde las sutilezas discursivas y estéticas planteadas por su obra, hace de la frivolidad un arma arrojadiza contra la frivolidad.