Isaac Montoya y Maite Méndez Baiges

Eros en el arte actual: a propósito de Sonia La Mur

(Conferencia realizada en torno a Sonia La Mur dentro del Ciclo Eros es Más, en la Fundación Picasso de Málaga)

Isaac Montoya:

Me encanta estar aquí hablando de un tema tan fantástico como es el erotismo, un tema que como artista me ha interesado siempre, y en la presentación de Maite se refleja bien lo que es para mí erotismo, esa alegría por lo más excitante de la vida. El arte erótico siempre tiene ese componente, enfrentarnos a las cosas de forma positiva. No parece que tenga un aspecto crítico, terrible o amanezante, sino que nos ayuda a ver lo más lúdico y placentero de la vida.

Hoy toca hablar de Sonia La Mur. Ella no está aquí, como tantas otras veces le ha sido imposible venir, pero conociéndola estoy seguro de que le habría encantado estar con nosotros, porque hablar de ella misma es una de sus diversiones favoritas. Yo hablaré de ella en esta ocasión como amigo que soy y fotógrafo ocasional.

Pero ¿quién es Sonia La Mur? Existen varias formas para acercarse a una obra de arte. La más inmediata es desde su aspecto físico: medidas, técnica, fecha de realización... Según nos consta en su propia página Web Sonia La Mur mide 1, 81 m y mide además 93 – 60 – 93 cm, unas dimensiones realmente importantes, para cualquier experto y fantásticas para la afición. Su fecha de realización está dentro de la categoría de actual: 22 añitos. En cuanto a su técnica algunos, y algunas, dicen que hay mucha plástica. Evidentemente no la han visto al natural. Otros, y otras, critican que hay mucho ordenador. Incredulidad, envidia.

Daniel Casagrande que la conoce mejor nos dice: “Que Sonia La Mur sea una mujer de carne y hueso es algo que me pone realmente nervioso.” Y añade: “Había quedado para entrevistarla. Y cuando ella apareció, radiante y vertiginosa como siempre, la luz iba a 300.000 Km. por segundo, con toda seguridad. Llevaba esos andares de las modelos que parecen estudiados en interminables sesiones de ingeniería aeronáutica. Con una minifalda de las que le hacen a uno estar siempre atento y una blusa que permitía a cualquiera tener superpoderes. Hoy tendría que ser más brillante y elocuente de lo habitual para compensar mi cara de pasmado”.

Yo creo que Sonia La Mur es sobre todo sexy, esa acepción popular que tiene el erotismo. Y la definiría así queriendo hacer de este concepto una cualidad que ella misma ha sabido potenciar como un arte de la fascinación. Aunque la propia Sonia matiza nada más entrar en su Web: “Ser sexy no es suficiente. Hay que hacer soñar a los que no duermen, anticiparse a los que ya no quieren más, usar la inteligencia si es preciso...” haciéndonos ver que sus juegos eróticos tienen un propósito.

A estas alturas ya sabemos que estamos hablando de una mujer consagrada al exhibicionismo de su cuerpo, incluso de su mente si es preciso. Esta burgalesa que se ha dedicado a la moda, a la fotografía y al arte incluso, puede perfectamente valernos de pretexto para interpretar la comunicación en nuestro tiempo. Y también por supuesto del papel del erotismo en esa comunicación. “Sonia presenta su belleza y su cuerpo como una forma de expresión y de comunicación. Sin duda las innumerables Venus, Susanas y Gracias clásicas estarían encantadas de ver a su sucesora en el siglo XXI. En ella se encierra una forma intuitiva, casi irracional de ver la realidad. Con los ojos, con el corazón y hasta con la mente si es que no está demasiado llena de ese tipo de razonamientos que hacen invisibles las cosas que son bellas sólo con mirarlas”, dice Daniel Casagrande.

Hablar de Sonia La Mur es hablar de realidad. Realidad como algo dinámico y vivo que se puede retransmitir, algo de lo que se especula permanentemente, que se da como cierto por que tiene interés y que se transforma en una referencia, incluso en un mito, porque no todos pueden creerlo. De la realidad, como decíamos. A chicas como ella las hemos visto en las revistas, en el cine, en la televisión. Nuestros antepasados llenaron los museos con sus míticos cuerpos. Esas mujeres, incluso también algunos hombres, cada vez más, de piel tersa y brillante y de pelo y ojos húmedos, son el ánima de nuestros sueños ilegítimos, la recompensa verdadera, aunque inconfesable, en la búsqueda del éxito y reconocimiento de los demás. Estas imágenes mitológicas se descubren como una revelación, tocando con su luminosa radiación nuestros instintos primarios, sin pasar por el cerebro, directamente de los ojos a los vellos de los brazos.

Una belleza a primera vista, sensual, intuitiva, irracional. Una belleza superficial ¿hay otra belleza? Una belleza física, de atracción animal, un ritual para preservar la especie, sin argumentos, sin pensamientos, sin cultura. Una belleza pura e instantánea como el amor adolescente. Sólo recuerdo las cosas que no necesito pensar dice Sonia La Mur probablemente cansada de tantas palabras y tan poca emoción. Frente al imperante método de la razón conceptual como forma de conocimiento, tan aburrido en los foros artísticos, Sonia nos dice que sólo se acuerda de las cosas que no tiene que pensar. ¿Serán sentimientos, emociones, sensaciones? ¿Quizás sólo imágenes, sonidos, texturas? Ella parece que nos pide atención a la realidad antes de buscar interpretaciones.

En apariencia puede hacernos pensar que se trata de una chica picante más en la red. Pero su discurso: “No quiero tener razón, quiero ser sexy” aunque pueda ser constatar lo obvio da la sensación de tener un carácter reivindicativo.

Sonia muestra su cuerpo con soltura, con seguridad, con alegría. El erotismo es para esta encantadora de voyeurs un plan estudiado desde la más espontánea naturalidad. Su debilidad aparente para caer en las tentaciones es finalmente la fuerza que hace débiles a los otros. La eficacia consiste en resultar vulnerable al deseo. “En realidad soy muy tímida. Lo que pasa es que no sé decir que no”. Es la respuesta justa que esperamos de quien no puede resistirse a nuestra seducción desde su ingenuidad. Excitada sin remedio, a pesar de su predisposición al amor puro. “También tengo un clítoris en el corazón” nos dice, esperando que sigamos buscando el punto G en otros lugares más profundos. Una excitación para hacer más intensa la dulzura o la ira. Sentirse conmovida y excitada; indignada y llena de excitación. Es como vivir con la máxima intensidad, al bode del orgasmo existencial.

Sonia La Mur es una joven que casi acaba de dejar su adolescencia. Sin embargo, y sin demasiadas explicaciones, consigue ser extraordinariamente provocativa. El cuerpo desnudo o medio desnudo o incluso la sola intención de desnudarse es suficiente para provocar. Resulta increíble que algo en teoría tan natural siga hoy en día teniendo ese poder. Aunque no basta la desnudez, el cuerpo físico e inerte de una exploración anatómica. Hay una danza, un ritual, una manera de interpretar el deseo. Los gestos tienen su ritmo, una especie de poesía epidérmica.

Sonia La Mur no inventa nada de esto. Ya existían estas coreografías desde tiempos inmemoriales. Pero Sonia, como otras mujeres antes, lleva un arte dentro para transmitir sensaciones, para calcular cada gesto y hacer de la insinuación esa narración no contada pero que se desarrolla sin límites en la imaginación del amante – espectador.

Aunque esta interpretación primaria, abigarradamente sexual y llena de reafirmaciones cosméticas y de fina lencería, no es más que el primer contacto con la imagen de Sonia. Su figura es el soporte de un escenario lleno de referencias de la actualidad. Destellos unas veces amables y preciosistas y en otras ocasiones dolorosos y despiadados. Sonia no quiere prescindir del contexto en su puesta en escena. No renuncia a formar parte de una realidad concreta de la que quiere ser testigo a su manera, dejando que sean los demás los que la malinterpreten.

Así, superado el primer golpe de vista las imágenes de Sonia pasan de la estética a la crítica. Con una escenografía de superproducción cinematográfica y composiciones propias del Siglo de Oro, Sonia La Mur nos presenta la actualidad con todas sus contradicciones, con su confusa multiplicidad informativa pero también con una disposición sintética e impactante para una sociedad que vive entre las autopistas audiovisuales y cuenta los segundos con cifras millonarias.

Sonia La Mur va dejando pistas sobre historias recientes creando nudos inquietantes, una veces llenos de falsedad, otras con apariencia de no ser verdaderos. Sonia recrea escenas fantasiosas que parecen habitar en las mil y una noches. Pero también intuimos realidades auténticas que paradójicamente nos hacen cuestionar la veracidad de la información, o al menos de cómo la estamos recibiendo.

A Sonia La Mur le gusta jugar a los mundos opuestos. Por un lado un mundo caprichoso dominado por la sensualidad y los valores seguros, lleno de tópicos para que nuestra identidad se reconozca fácilmente. Por otro lado otro mundo incierto, entre la duda y la improvisación, haciendo equilibrios para que la destrucción no lo borre todo de la memoria. En su papel protagonista Sonia es víctima y castigadora, sierva y dominadora, convirtiendo en un juego de placer y dolor la propia existencia.

Pudiera haber un sentido político en todo esto, aunque sólo sea por lo de la erótica del poder. Pero Sonia ya nos advierte: “La política me suena a gente que no es capaz de llorar por nada.” Y a Sonia le gusta llorar, más de placer que de sufrimiento eso sí. Pero no podría renunciar a sentir por acatar la disciplina de unas ideas.

Ella quiere de una forma intuitiva hacernos ver que en la cultura con todos sus parabienes existen dogmas que van creando cercos de incomprensión y de intolerancia. “Creas en lo que creas ya existe algún motivo para odiarte” nos plantea, como en una frase más de revista del corazón, pero con el trasfondo de la imposibilidad de salvar ningún conflicto ante tanta “verdad” que defender.

Sin embargo Sonia sí que asume compromisos. No asume formas porque ella tiene las suyas. Pero sí defiende con rotundidad, por ejemplo, su condición de mujer. Para ella la mujer ha ocupado su puesto. Y lejos de la idea que en un principio se pudiera tener de que lo haría imitando las formas del hombre, lo ha hecho en realidad manteniendo intacta su propia identidad. Es más, ha sido capaz de formar un mundo nuevo.

En este génesis me resultan muy provocadores los versículos que Sonia escribió para una de sus primeras intervenciones artísticas:

“1 Y Diosa creó a la mujer a su imagen y semejanza.2 Y luego pensó: No es bueno que la mujer esté sola. 3 Y creó un ser a imagen de su consolador.”

Estas frases revelan una crítica a la visión masculina del mundo que el hombre ha hecho desde su centro del universo y la subordinación de la mujer en ese mundo.

Y aunque algunos hayan querido ver en Sonia La Mur una claudicación en la imagen de mujer inventada por el hombre ella invierte los valores. Reivindica la imagen de mujer creada durante siglos como una construcción propia. Un hombre podría haber inventado un Orco o un Troll pero no una mujer.

Por eso no sólo no renuncia a ese poder sino que está dispuesta a intensificarlo hasta la extenuación. Frente a una bárbara realidad llena de violencia, injusticia y fuerza bruta, si hay que matar que sea de placer. “Por una paz salvaje” reza una de sus últimas campañas.

¿Nos salvará la belleza? ¿Nos salvará el erotismo? “Estoy segura de que cualquiera estaría dispuesta a enseñar las tetas para salvar al mundo” nos dice Sonia. No creo que sepa ella lo mucho que está haciendo por el planeta.

Maite Méndez Baiges:

Una cosa que me sorprende es ver un público masivamente femenino y como hablamos de una artista con una imagen que puede ser muy debatida. Incluso si hay alguna feminista, creo que sería también un debate interesante desde este punto de vista.

Me gustaría empezar con una pregunta que tiene que ver con el erotismo de Sonia y el erotismo en el arte actual. Precisamente cuando leí esa idea de Octavio Paz de que ya no hay voluptuosidad ni deseo, que nuestra sociedad convierte el erotismo en higiene, educación sexual, leyes, etc., o dicho de otra forma, que eso que llamamos liberación sexual es en realidad una liberación tutelada por el Estado, o la economía, y afirma que nada de esto es lo que piden los sentidos exasperados, que piden formas imaginarias y sin embargo reales de nuestros deseos, yo pensaba en Sonia La Mur, porque me da la impresión de que ella es una de esas formas imaginarias pero reales, una persona real pero también una obra de arte. Yo creo que la imagen del sexo, del cuerpo y del erotismo en el arte actual no es muy alegre, sino monótona, y que suele cultivar el lado más oscuro del sexo y del erotismo. Y creo que en ese contexto Sonia es una especie de excepción porque es un erotismo alegre, y me parece que es casi una promesa de felicidad. Relacionado con esto lo que te quería preguntar es que si a ti también te parece así; y si tú también tienes esa misma impresión, me gustaría que habláramos de por qué eso es así, o por qué no caben posibilidades más alegres de erotismo en el arte actual.

Isaac Montoya:

Yo creo que el arte ha cambiado muchísimo en el siglo XX en lo que respecta a este asunto. Quizá el erotismo no tiene mucho significado en el ámbito del arte. Si hablamos de erotismo tenemos que hablar de medios de comunicación o de internet, de cosas que precisamente en el campo del arte no se ven habitualmente. ¿Qué es lo que puede pasar para que el erotismo haya desaparecido del arte actual? Habría, en principio, dos razones principales: una de ellas sería el triunfo de lo conceptual frente a lo sensorial, que es algo que está presente desde principios del XX y prácticamente se ha llegado al punto de que todo lo que se puede razonar es arte y lo que se puede sentir no lo es. El arte clásico contenía estos ingredientes por igual, por ejemplo, una obra rococó de Boucher, Desnudo en el sofá por ejemplo, contenía un mensaje de erotismo que era por igual una reivindicación como una expresión de sensualidad. Una obra así nos incita al placer y a la vez nos sitúa en un contexto cultural muy concreto. En el caso de Sonia se busca esa misma idea. En un principio las vanguardias rompen de forma radical las fórmulas de representación. Por ejemplo, con el cubismo la figura humana se convierte en un esquema. Es muy difícil que este tipo de obra nos haga sentir un placer erótico. Este triunfo de lo conceptual frente a lo sensual conlleva una gran renuncia. Nos impide acercarnos a las cosas con los sentidos, todo parece tener que pasar primero por la cabeza. Se renuncia a todo un mundo de sensaciones como forma de acercamiento a la realidad.

La otra de las razones por la que el erotismo casi ha desaparecido del arte contemporáneo es paradójicamente la incorporación de la mujer en el mundo del arte. Desde mi punto de vista, la mujer plantea la lucha feminista en sus inicios adoptando formas masculinas, utilizando las imágenes de la lucha obrera para reivindicar la igualdad femenina. También entiendo que la mujer en un principio ve en el cuerpo el motivo de su represión. Culpabiliza al cuerpo y al uso que se ha hecho de él de su histórica discriminación. Y la mujer artista lo que hace es manifestar esa repulsa al cuerpo, como el origen de todos sus problemas de marginación. Por ejemplo en la obra de Cindy Sherman es muy habitual el uso de muñecos y de prótesis ortopédicas que hacen referencia a la manipulación, al abuso y a la debilidad del cuerpo femenino como parte responsable de todas esas desgracias e injusticias sufridas por la mujer durante siglos.

El hombre, por su parte, podría haber proseguido con la expresión de la feminidad como algo hermoso, pero quizá el hombre hoy en día también tiene un problema de ubicación, y se podría considerar en muchos casos que su expresión de esa feminidad es una forma de machismo. Por eso ya no quiere retomar esa expresión bella, excitante de la mujer. Por miedo a ser censurado desde un mundo artístico que parece abierto a toda forma de expresión, pero que al final acaba reprimiéndose por culpa de una moralidad que se ha autoimpuesto.

Yo creo que Sonia La Mur reivindica que la belleza femenina es una construcción de la mujer, que forma parte de su propia cultura, y no tiene por qué romper con ese esquema, porque realmente es suyo. Al revés, lo puede utilizar, igual que se utiliza en la realidad, teniendo en cuenta que hoy en día la belleza femenina es muy poderosa, no tiene punto de comparación con la masculina. Es incomparable la gran cantidad de imágenes de la mujer que circulan hoy en los medios con las que podemos encontrar del hombre.

MMB:

Sonia plantea utilizar como un arma la construcción que el hombre ha hecho de la imagen femenina. Plantea la posibilidad de que la mujer utilice eso y le de la vuelta.

IM:

Sí, porque creo que esto se está haciendo en la actualidad, no desde el arte, sino a través de los medios. Aquí vemos una imagen que dice mucho (madonna), y la quiero comparar con esta mujer desnuda que casi no podemos reconocer, pero que es Madonna cuando era muy joven, no tenía dinero, está empezando, no es conocida en los círculos musicales. Se hace estas fotos por dinero, y posteriormente salieron a la luz. Es una imagen irreconocible, que la propia Madonna no puede soportar. Y realiza un disco llamado Sex, en el que decide proyectar una imagen completamente distinta. Ella se ha construido, y además es una mujer que no tiene el don de la belleza, aunque sea atractiva, lo ha ido construyendo, hace uso de la belleza y logra anular la imagen que no le gusta, que se le ha impuesto. Crea su propia imagen. Es bonita esta idea de cómo una mujer crea su propia imagen, y crea un personaje poderoso. Habría muchos ejemplos actualmente. También está el ejemplo de Belén Esteban, que acaba en los medios de comunicación siendo una estrella. Vivimos en una cultura de Gran Hermano. Y esto que ocurre de forma sencilla en la realidad, pero no con el mismo desparpajo en el arte.

MMB

Tú crees que el nexo hoy en día se produce entre las imágenes de la belleza femenina en la historia del arte y las de los medios de comunicación actuales, no de esas imágenes de la pintura a lo largo de la historia y el arte actual. ¿Es esa la razón por la que Sonia La Mur tiene una imagen mediática?

IM

Sí, yo creo que la referencia de las imágenes mediáticas hoy en día es el arte clásico, que era muy atrevido. Resultaría chocante ver algo así (Venus y Eros) en el arte actual, pero en los medios de comunicación se producen estas imágenes con mucho desparpajo (Madonna besando a una mujer). Me gusta esta relación, porque las fórmulas del arte clásico siempre han sido muy efectivas. Y el arte contemporáneo también podría hacerlo.

MMB

En la página web de Sonia La Mur hay un “contacto”. Siento por curiosidad por saber qué tipo de montajes recibe, sobre todo porque me parece que siendo una obra de arte, por medio de esa vía se produce una interacción con la realidad que colma uno de los anhelos del arte del siglo XX que es el de que el espectador pase a la acción, se convierta en parte de la obra de arte, y no solo en un contemplador pasivo de la misma.

IM

Sí, fue buena idea por parte de Sonia estar en internet, porque es competir con la realidad, plantear una página web como una obra de arte, pero no solo una obra de arte dentro de internet sin más, sino que es la propia realidad, arte hecho realidad. Esa idea me interesa porque no se identifica a simple vista como obra de arte, para el mundo artístico es una obra de arte, pero para cualquiera que navega por la red, no lo es. De hecho, tengo algunas frases de sus páginas, que contienen lo que escribiría cualquier admirador a una estrella de internet, como por ejemplo: “no sé, soy un hombre y me gustan las imágenes de tu página; no sé si lamento admitir que no estoy inmunizado contra la estética playboy”, “eres una mujer preciosa, y viendo tu página me has excitado de verdad. Y no quiero entrar en detalles, o sí, ja ja ja...” Creo que estaba dispuesto a entrar en detalles si Sonia le hubiera respondido. O más ardientes: “Cómo sabes apagar este fuego que me invade. A partir de ahora tuyo for ever”. Uno muy interesante, que ve cosas extrañas en la página: “Me dirijo a ti porque me gustaría que me explicaras por qué creo que hay algo más que una chica bonita y un bonito sitio con imágenes bonitas, en realidad, no sé qué”. Me gusta esa incertidumbre, esa capacidad del arte metido en la red de poder crear extrañeza una vez más, que el arte no se quede encerrado en las cuatro paredes del museo, la sala de exposiciones, ese espacio cerrado en el que en cuanto entramos, cualquier cosa que encontremos allí la vamos a ver como arte. Yo creo que el arte tiene una misión muy interesante, que es la de salir de esas cuatro paredes y ser arte fuera de allí, en la propia realidad. Que la gente pueda confundirlo con la propia realidad, lo que sería muy interesante para el arte, porque tendría mucha más vida, y estaría mucho más presente en lo cotidiano.

MMB

Yo creo que esa confusión de fantasía y realidad que es Sonia La Mur como mujer, como obra de arte que tiene una gran interacción con la realidad, que provoca que esa realidad se convierta también en obra de arte, en eso también es profundamente erótica, porque creo que el erotismo tiene que ver con esta confusión de la fantasía con la realidad. Y además parece que a ella le gusta confundir arte y erotismo, porque en su web dice en una entrevista: “Algunos, la verdad, entienden el arte como algo manual; yo creo en las buenas estrategias, la mirada, los gestos, las insinuaciones”, eso no se sabe bien si es una declaración erótica o artística, ¿no?

IM

Yo creo que es bonita esa ambigüedad de estar entre arte y realidad. Y creo que el arte, para estar vivo, debe estar instalado en esa ambigüedad, no puede querer solo arte, no puede crear un discurso que solo se entienda en el foro artístico, sino que sea accesible para cualquier público, que el arte no se limite a ser un pensamiento complejo y difícil.