CARNIVALISMO
Vídeo-instalación HD, 6 min. 2010
El carnaval vive la felicidad como parte de una táctica. Una cabalgata de colorido y extrañeza, que sirve de soporte para mostrar un mundo teatralizado, lleno de camuflajes y de disfraces. Y entre carnaval y carnaval, también un mitin. Una fiesta para legitimar estrategias de poder, de promesas sobre una vida nueva conseguida a través de la gestión de la democracia y la justicia. Mientras, otras realidades, soterradas por el color sobresaturado de la gran Realidad impuesta, muestran sus “máscaras” de terror. Lo hacen detrás de un filtro de color, un búnker, una pequeña estructura decodificadora pero a la vez protectora, como la mayoría de las estructuras de la comunicación.
Carnivalismo es un vídeo desarrollado con las técnicas de selección de color de series anteriores como Odios Encadenados, Una marca para siempre o Cenicientas. En estas imágenes se ocultan distintas realidades que sólo pueden ser desveladas a través de un filtro de color. Un mundo paralelo queda suspendido en la memoria del espectador provocando nuevos discursos frente a la realidad de la imagen dominante. En Carnivalismo este proceso se lleva a cabo con la imagen en movimiento. El concepto básico formal de la obra es la aplicación de la teoría de color, en su sentido más pictórico. Todo ello al servicio de un proyecto que habla de mundos paralelos enfrentados en una lucha que va desde la supervivencia elemental hasta la más alta escala de poder.
En esta obra tiene también un papel importante el sonido, compuesto como en la imagen, por distintas capas. Por un lado los sonidos originales de las escenas vistas y ocultas, conviviendo extrañamente. Por otro lado la música, creada expresamente para el vídeo, donde se mezclan ritmos de salsa de carnaval con marchas militares, en un ambiente electrónico y sinfónico.
Daniel Casagrande
Reconstrucción de la Memoria, 2010
En la vídeo instalación Carnivalismo la imagen del carnaval deviene un elemento central. Esta obra, realizada a partir del procedimiento técnico del “filtro fantasma” -una invención del artista cuya metodología ya ha empleado en piezas anteriores-, se estructura a partir de la superposición de imágenes ubicadas en canales paralelos, que hacen de la obra un palimpsesto imposible de discernir a simple vista. El nivel que denominaremos “A” en ambas propuestas, el que se puede observar sin necesidad del filtro de color, precisamente se compone de alusiones a la fiesta y representaciones del espacio del carnaval. Montoya advierte que en este caso se trata de la puesta en solfa de un mundo que espectaculariza e hiperboliza por medio de sus mascaradas la posición del poder. (...)
Entre tanto, en un plano paralelo, ante nuestros ojos pasan precipitadamente imágenes que de tan comunes en los medios de comunicación han llegado a tener una extraña e incómoda familiaridad. Paisajes abonados por el terror que es un garante de audiencias: pánico bacteriológico, desastres ecológicos, pérdida de la soberanía alimentaria, represión policial, el miedo frente al estereotipo islámico, luchas civiles, gente con mascarillas sanitarias, decadentes autoritarismos, guerrillas… La alternativa parece dejarla el artista en manos del espectador. Si éste logra reponerse de la primera sensación de confusión ante el bombardeo de imágenes y el salto de un nivel preceptivo a otro, quizás esté en condición de elegir qué visión seguir: el simulacro de una felicidad aparente, donde la política es pura arquitectura cínica; o aquella dramática en la que la “realidad” es un paisaje crudo y monocromo. En cualquier caso, sólo mediante la utilización del filtro fantasma asistimos a la inversión de la imagen primera, y la “realidad” es vista tal cual, en una letanía ordinaria que había quedado opacada tras el espectro del carnaval.
Suset Sánchez
Metamorfosis: Isaac Montoya, otro mundo de imágenes e imágenes de otro mundo.